Ponemos el café, azúcar al gusto y agua en el briki. Revolvemos y, esto es importante, lo ponemos al fuego sin menearlo mucho. El café griego tiene la textura del azúcar glasé y parte se queda flotando y forma el kaimaki que es la espumilla que tanto gusta con el café.)
Ahora solo nos queda calentarlo y cuando este a punto de romper el hervor, lo pasamos a la taza con cuidado de no romper el Kaimaki. La espuma estaba negra de los posos pero al caer en la taza los suelta y queda de un color mas claro. Aunque siempre queda un posillo flotando como esta molido tan fino no es desagradable. Eso si, nada de revolver el café o menearlo en la taza que entonces os lo tragáis todo.
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